Y cuando el peso de mi vida me vencía, tu manto descendió trayendo libertad. Sentí tu abrazo quebrar mis agonías, y tu voz de Padre me volvió a levantar.
Tu manto me cubre, me vuelve a nacer, rompiendo cadenas que no pude ver. Tu paternidad me afirma en verdad, soy hijo amado… y contigo quiero estar.
En el altar me llamó tu paternidad, y tu manto sobrenatural me dio identidad. Fuego que liberta, gloria que restaura, Dios que con su abrazo todo lo cambia ahora. En el altar me volviste a levantar, tu amor poderoso me enseñó a confiar. Paternidad eterna, fuerza que me formó, Dios de mi propósito… aquí estoy.