歌詞
Con su caja de dulces, recorriendo la ciudad,
el chico de la fiesta, siempre listo pa' gozar.
Con un traje sencillo y sonrisa celestial,
te ofrecía caramelos y un rato sin igual.
Era dueño de la noche, de la risa y del azar,
su negocio era endulzarte, en la calle o en el bar.
El dinero no faltaba, ni el brillo en su mirar,
pero el fuego que encendía lo empezó a consumir más.
Dulces y promesas, vendiendo ilusión,
una vida llena de contradicción.
En cada mirada dejaba su miel,
pero su destino lo llamó cruel.
¡Caramelos que saben a fuego!
Su dulzura lo llevó al infierno.
En su mundo no hay vuelta atrás,
el chico de la parranda ya no está.