Dalszöveg
En un claro iluminado por faroles mágicos, una elfa de cabellos azafranados, Lyara, y una bruja de sonrisa traviesa, Maren, se conocieron en una animada fiesta de solsticio. Entre danzas y cuentos bajo la luz de la luna, forjaron una amistad profunda. Maren adoraba la serenidad y sabiduría de Lyara, mientras que la elfa encontraba en la espontaneidad de Maren una chispa que iluminaba su vida.
Sin embargo, la magia de Maren, tan impredecible como su carácter, comenzó a causar problemas.Una tarde, en un intento de impresionar a Lyara con un hechizo para rejuvenecer un árbol sagrado, Maren desató una tormenta mágica que dañó el bosque cercano. Aunque Maren trató de enmendar el error, la elfa, profundamente erida al ver su ogar afectado, decidió tomar distancia.
Lyara le dijo con pesar:
Te quiero como amiga, Maren, pero tu impulsividad pone en peligro lo que amo. Necesito tiempo.
Desde entonces, la bruja cayó en una espiral de tristeza. Sus echizos, antaño vibrantes y juguetones, se volvieron erráticos. Intentó crear pociones para olvidarse del dolor, pero solo lograba desastres. Su pequeña hija, de apenas cinco años, era su única alegría y la razón por la que seguía adelante.
Una noche de luna llena, cuando el bosque estaba en silencio, Maren se armó de valor y lanzó un último echizo al cielo. Elevó sus manos acia las estrellas y susurró:
—Que mi amiga Lyara escuche mi corazón. Que entienda cuánto la extraño y cuánto e aprendido.
El echizo, una simple y pura petición, dejó una estela de luz en el cielo