En la selva crece fuerte, la raíz de mi linaje, con el canto de los árboles y el río como paisaje. Es herencia de mis padres, saber y sabiduría, que florece en cada paso, con respeto y armonía. Vuelan libres las leyendas, como el viento entre las ramas, de la Sachamama eterna y del Yacuruna en calma. En el agua y en la tierra vive nuestro corazón, con los ritmos y danzantes de nuestra tradición. Bajo cielos de esmeralda, nos cobijan los ancestros, en los cantos y tambores se preservan sus recuerdos. Nuestros pueblos y colores son espíritu y razón, una identidad profunda que no teme a la sazón. Mambeamos la hoja verde, al compás del tamboril, con la ayahuasca sagrada en ceremonia febril. Somos selva, somos río, somos vida y somos sol, que en un solo canto unimos la fuerza del caracol. De generación en generación cuidamos nuestra herencia, honramos a la Amazonía, nuestra fuente y existencia. Identidad que se siente en la sangre y el calor, es la selva que nos llama con su mágico rumor.