Bajo la cúpula de una atocha atolondrada, patinando sobre sus baldosas desgastadas. Encuentro en mi camino un nombre, encuentro en ese nombre mi casa. Sortilegios de la vida, que no se presenta para nada, quiero yo ser tu camino, y transitar nuestro sendero en calma. Al abrigo de una noche, de una velada de tantas. Nos volvimos especiales, imprescindibles al alma. A las afueras de Atocha nos despedimos, que no fue un adiós de verdad, que fue la vida del verbo, que nos habría de definir. A la postre es lo que pienso, a la postre ha sido así. Al abrigo de una noche, de una velada de tantas. Nos volvimos especiales, imprescindibles al alma.