Que sus manos siembren justicia, que sus voces hablen verdad. Que el poder no sea codicia, sino luz para el bienestar. Dales, Señor, ojos abiertos, para ver el dolor del pueblo. Que el honor pese más que el oro, que su rumbo sea sincero. Que no olviden su promesa, que no vendan su razón. Que el poder sea un servicio, y no un trono de ambición.