Estábamos perdidos Ven, dame las manos Con miradas quejumbrosas Ya lo hemos de alcanzar Y nuestra voz talentosa Nos enseñaste a ser escuchados Ya no tenía sentido. Y aprendimos a escuchar. Como oyes, te lo digo Hasta que tú apareciste Porque el fuego aún existe Fue en el momento preciso. Con tus manos respetuosas Con tu esencia valiente Nos bañaste en la vertiente De las antiguas prosas. Una sombra luminosa Abundante en destellos Influyendo en los sueños De las mentes revoltosas. Por el camino de un prado Vas siempre adelante Y detrás todos los andantes De un mundo maltratado.