Cuando llega la noche y se apagan las luces, Siento su presencia como un fantasma que me ha roba la calma, se adueña de mis pensamientos, Se mete en mi almohada desde donde me Susurra su nombre. Ya no duermo, solo pienso, y cuan Quijote en su Dulcinea, me sumerjo en el abismo que produce el desvelo por su amor. Solo me salva la aurora, que en su carro de rosa, llega a mi rescate, con su luz que tine el horizonte anuncia que ya mi vigilia terminó.