Rubén era un gaucho muy querido en su pueblo. Todos los días salía a cabalgar con su fiel amigo Moncho. Juntos recorrían las verdes praderas, los bosques llenos de árboles y los ríos cristalinos. Un día, mientras cabalgaban, vieron a un venado muy asustado. El pobre animalito corría sin parar. Rubén y Moncho se detuvieron y observaron. El venado se había quedado atrapado en unos alambres que alguien había dejado tirados. -¡Ay, pobrecito! -exclamó Rubén-. No podemos dejarlo así. Con mucho cuidado, Rubén y Moncho ayudaron al venado a liberarse. El animal los miró con agradecimiento y corrió hacia el bosque. -Moncho, ¿ves lo importante que es cuidar a los animales? -le dijo Rubén a su caballo-. Todos los seres vivos tenemos derecho a vivir en paz. A partir de ese día, Rubén y Moncho se convirtieron en los guardianes del campo. Recolectaban la basura que encontraban, cuidaban de los animales heridos y enseñaban a los demás niños a respetar la naturaleza.