Gracias por el apoyo económico y moral que me has dado con autoridad. Espero poder continuar recibiendo tus consejos con palabras de amistad. Y que aprendamos que nuestro lazo de hermandad nos hace ser incondicional. Ahí estaré, sobre todo en los momentos de oscuridad, prestándote mi ayuda, la que desees tomar; siempre incondicional. He aprendido con nuestra obligada hermandad a tolerar y apreciar tu ogro interior de amrgura e intensidad. Un abracito para celebrar que aún estás a mi lado para compartir nuevas experiencias de obligatoriedad. Que alguien me expliqué, ¿cómo a esta vida vine a parar con mi hermanito y su amargura sin faltar? Pero aun así se le ha aprendido a tolerar y a querer sin poder más.