歌詞
Se apagó su motor, ya no hay prisa ni labor,
el campo quedó en silencio, siente su dolor.
Manzana tras manzana, nadie llena el saco,
el viento ahora llora por su viejo trabajo.
Sus manos ya no buscan el fruto maduro,
se fue el recolector, el más sabio del mundo.
En un rincón del valle su tumba brillando,
es altar de risas y de brindis sagrado.
Coro:
El recolector, bajo el suelo dormido,
dejó su legado en cada amigo.
Fascinerosos, cummas también,
bebiendo su chicha hasta el amanecer.
Lo recuerdan cantando, con coplas al viento,
el jugo dorado aún guarda su aliento.
En cada sorbo hay un pedazo de vida,
y en su memoria, la fiesta es seguida.
El molino calló, pero no su canción,
sus barriles quedaron como su bendición.
En su tumba se alzan, copas y promesas,
el recolector vive en cada fiesta.
Coro:
El recolector, bajo el suelo dormido,
dejó su legado en cada amigo.
Fascinerosos, cummas también,
bebiendo su chicha hasta el amanecer.
Bajo la luna llena, se reúnen los fieles,
con risas y lágrimas, cuentan sus mieles.
Dicen que en las noches, él vuelve a danzar,
cuando el viento silba, lo sienten pasar.
Su tumba es altar, su leyenda un fervor,
la chicha es su espíritu, su eterno sabor.
Y aunque se ha ido, nunca está tan lejos,
pues vive en la fiesta y en los reflejos.
Coro:
El recolector, bajo el suelo dormido,
dejó su legado en cada amigo.
Fascinerosos, cummas también,
bebiendo su chicha hasta el amanecer.
En el ruedo de la vida, él sigue el señor,
en cada brindis eterno, vive el recolector.