Padre Santo, tú trono alto y sublime como Isaías lo vio, rodeado de gloria y majestad con tus seres alados, tiempos aquellos en que tu siervo anunció lo porvenir, palabra dada a tu pueblo Israel, hablando acerca de tu ungido y cómo sería nuestra salvación. Revélate una vez más a tus siervos en este tiempo, que veamos nuevamente tu trono alto y sublime, lleno de gloria, vuelve a hablar a tus hijos cosas secretas, que caminemos hacía tu santuario, nuevamente tus profetas pregonando tu palabra en las calles. Vienen días en que hablarás a las naciones como en la antigüedad y se mostrará tu brazo poderoso, la tierra temblará ante tu presencia. Tu santidad nos sobrecoge, eres muy sublime y puro para nuestra mente, no alcanzamos a comprender tanta grandeza pero misericordioso tú nos llevas de la mano, nos enseñas como pequeñuelos para entenderte para saber que muchos son tus días y que solo tú puedes enseñarnos, mostrarnos lo que no conocemos y vivir contigo para siempre.