Letra
En la noche oscura, bajo el manto lunar,
los fieles se reúnen, dispuestos a brindar.
En la tumba sagrada, el ritual comienza,
la chicha fluye, cargada de esencia.
Con cada gota derramada en el suelo,
la tierra tiembla, se enciende el cielo.
Un crujido macabro, un susurro espectral,
los huesos del recolector vuelven a despertar.
¡El recolector! Surge del polvo eterno,
con sus manos de fuego y su destino interno.
Fascinerosos, cummas también,
siguen su marcha hasta el amanecer.
Su esqueleto erguido, brilla bajo el sol,
un espectro de vida, un espíritu mayor.
Con risas y cánticos lo acompañan al molino,
la chicha es su arma, el brebaje divino.
Sus manos marchitas trabajan sin descanso,
la cosecha comienza, el ciclo está avanzando.
El valle despierta, revive el fervor,
el señor de la chicha regresa con honor.
¡El recolector! Surge del polvo eterno,
con sus manos de fuego y su destino interno.
Fascinerosos, cummas también,
siguen su marcha hasta el amanecer.
Bajo estrellas sangrientas, el trabajo es feroz,
el molino ruge, su canción es atroz.
La chicha dorada corre como un río,
en cada vaso revive el espíritu divino.
Ya no es solo un hombre, es mito viviente,
un recolector inmortal, líder de su gente.
El brindis resuena, un pacto jurado,
la fiesta es eterna, el destino sellado.
Los muertos despiertan, las almas cantan,
la chicha convoca, la vida arranca.
El recolector, renacido señor,
en la sombra y la luz, eterno creador.
¡El recolector! Rey de la eternidad,
con sus manos de hueso y su voluntad.
Fascinerosos, cummas también,
en su reinado hasta el amanecer.
Cuando el día llega, su risa aún se escucha,
el valle florece, su legado es la lucha.
La muerte no pudo con su pasión,
el recolector vive, dueño del corazón.