Está historia comienza con una ventana abierta Dónde la pequeña niña del río miraba atenta Veía las nubes pasar, navegando el cielo azul Sin, de ninguna manera pensar, que conocería a Ravhull Se levantó sorprendida con semejante espanto Quedó medio aturdida, casi en llanto No entendía que veía, no entendía ese rostro No sabía si era demonio o quizás un monstruo Entre la luz del día y ya la noche llegando Se veía a Ravhull como trepaba la reja Cómo un gato negro a cuatro patas andando Y la niña en shock sin emitir una queja Entre el miedo y la angustia, la niña se animó A meter un grito casi de infarto Grito que su alma perturbada calmó Porque de lo más oscuro de corazón salió Oh Ravhull no asustes a la niña del río No quieras llevarte su ojos de rubí Mira que eres un ser impío Aunque trates de parecer colibrí El demonio miró fijamente a la niña Que a pesar del grito nadie escucho Solo Ravhull con sus ojos de tiña Que la niña del río, contra su mirada luchó Está historia solo dura segundos Aunque para ella fueron horas de terror Quizás tuvo suerte dirán los vagabundos Que Ravhull sus ojos se llevó con horror.