El vino no es solo una bebida, es una obra de arte en sí misma. Cada vino tiene su propio color, su esencia y su personalidad, lo que lo convierte en un material fascinante para pintar. Al igual que la acuarela, el vino es un líquido que nos permite jugar con transparencias y capas, construyendo profundidad y matices en nuestra obra. En este taller, trabajaremos únicamente con vino tinto y blanco. El vino tinto es el que aporta el color, mientras que el vino blanco lo utilizaremos para diluir y suavizar los tonos sin dejar residuos. Podríamos hacerlo con agua, pero en esta técnica buscamos la pureza del vino como único medio. **"Podríamos hacerlo con agua, pero en esta técnica buscamos la pureza del vino como único medio. El vino no solo aporta color, sino que también cambia y evoluciona con el tiempo. Por ejemplo, el Sauvignon o el Merlot son ideales porque contienen mucho pigmento. Un vino tinto joven es la mejor opción, ya que no está completamente filtrado. Conserva los recuerdos de la fruta y nos regala tonos rosados y violetas intensos, ¡muy bonitos!"**