mientras el destino amasaba la cordialidad de aquellos versos tu copiabas las historias de otros, y yo temblaba en la belleza profunda de este universo, temblaba en tus manos, en tu rostro, y en tu cuerpo... no se dónde quedaron esos poemas escritos con piel y utopía en progreso. con la devoción de mis llamados al pasado, allí se estancaron mis planes ya atrofiados, en rendijas de mausoleo, de muertos en vida en receso, en peregrinos caminos/ desde la altura de los egos soy esto que ves... niño de sal y azúcar... destino de un sin fin espeso. prefiero quedarme dormido en tus senos soñando con algo que no se pueda destruir, no vueles, arrástrame por el pastoreo de los pegasos libres de libertad, miedos y regresos. simplemente extravíe el fuego en las estepas de la religión, en la desembocadura de las sangres empíricas a la anexión en las aguas del transcurso hechas canción, pura canción sin embargo fui por la leña del pasado y me dibuje un paisaje de niñez, de verde panorama pero lleno de nitidez, fugaz transmutación de grises días a esta embriaguez . te diseñé en colores y en soleadas fábulas, en leyendas continuas y en calles de crápulas que crecen en este bosque como renacidas de las tinieblas incrédulas.