En los cenotes, abismos llenos de silencio, los cardenales se quedan quietos; sus alas parecidas a dos lágrimas recuerdan una historia antigua. Aquella historia sobre un filamento rojo que inundó la vertiente y se convirtió en una flor de loto. Cuando aparece el loto; el cardenal dirige sus plegarias a los dioses que crearon el agua, el silencio y la tristeza; y en forma de canto construye una flecha incógnita que atraviesa su plumaje